MICROCUENTO
EUGENIA Por Freddy Mizger Filósofo de la Universidad del Atlántico Barranquilla, Colombia La habitación era blanca, sobria y diáfana. De un blanco hueso. Ni un cuadro que los mirara, o unas plantas o flores que los irradiara con su vegetación. Sólo el color marrón seco de los muebles hacía una tímida combinación. Los nocheros, el espejo de cuerpo entero, el escaparate y la cama, parecían elementales, cercanos a la nostalgia o a la tristeza. Dos vasos de vidrio transparente contenían un agua cristalina que refractaba la luz del día. Fredo y Eugenia, acostados boca arriba y sin tocarse, miraban inmóviles el techo de fórmica. El color de sus prendas daba la impresión de camuflarse con la calmada habitación. Sus manos eran indiferentes, pero ambos compartían un tranquilo río de angustia que se movía en un solo punto. Fredo quiso pronunciar unas palabras; Eugenia, lentamente, se lo impidió con una de sus manos. Al retirarla, un aroma suave quedó en el aire, muy cerca y por en...