EL ÁTOMO Y EL PROBLEMA DE LA MATERIA: IV y ÚLTIMA PARTE

EL ÁTOMO Y EL PROBLEMA DE LA MATERIA

 IV  PARTE


REALISMO HIPOTÉTICO


Evidentemente, una de las discusiones más importantes para la epistemología, es la relación existente entre teoría y observación. Un análisis de la relación de estos dos conceptos nos puede llevar a comprender mejor el valor heurístico que posee la teoría atómica para la ciencia misma y de lo que esto implica para el desarrollo de las discusiones en epistemología. Este punto nos lleva claramente a la pregunta: ¿son los lenguajes observacionales objetivos o neutrales? Para poder responder o por lo menos intentar acercarnos más a una posible solución de este interrogante, debemos tomar en cuenta tres elementos que interactúan para la formación de teorías y para la interpretación de las observaciones, estos elementos son: el sujeto, el objeto y la realidad. Los lenguajes observacionales son los enunciados que se refieren o que describen las observaciones. Estos lenguajes son creados por el sujeto, que intenta para el beneficio de su labor, alcanzar un grado de objetividad en su observación del objeto o del hecho. Pero como en este caso es un humano, un ser vivo con estructuras mentales conscientes, quien elabora la observación, creemos que el presupuesto de querer alcanzar la neutralidad de la observación a través de los lenguajes observacionales no es posible.

“Los estados y procesos mentales conscientes tienen un rasgo especial no poseído por otros fenómenos naturales, o sea la subjetividad”[1]. Y como la actividad científica está cargada de actividad consciente entonces también está cargada de subjetividad. “Epistémicamente el ideal de objetividad enuncia una meta valiosa aunque inalcanzable. Pero ontológicamente,  la afirmación de que toda la realidad es objetiva es, neurológicamente simple y llanamente falsa.”[2]

Para muchos resulta nefasto el pensar que la neutralidad y objetividad de los lenguajes de observación es inconsistente, en este sentido el realismo hipotético toma ventajas porque lejos de creer que esto es un problema que impide el desarrollo científico, plantea la posibilidad de falsar los lenguajes observacionales.

De acuerdo con el realismo hipotético, la ciencia es una composición de hipótesis acerca de la estructura del mundo o de la realidad. Pero el punto de vista más atractivo en cuanto a este tema se refiere, el realismo hipotético, es la idea que estas hipótesis deben ser permanentemente puesta a prueba y ser reemplazadas cada vez que aparezca otras mejores, y este proceso también debe ser efectuado a las nuevas hipótesis. Esta forma de operar nos permite acercarnos cada vez más a la estructura de la realidad. Como representantes de esta tradición podemos señalar a  Mach, Popper, Konrad Lorenz y Donald T. Campbell.  Según estos autores nuestro armazón conceptual cambia con las presiones evolutivas y de esta forma la ciencia se adapta a nuevas condiciones, pero es un tema del cual no es pertinente al presente trabajo.

Otra de las ventajas que ofrece el realismo hipotético es el reconocimiento de los modelos de que se vale la ciencia para operar, como recursos heurísticos que representan la realidad. Las representaciones, imágenes y modelos de la ciencia parece ser que guardan relación tanto con nuestro aparato cognitivo y por supuesto con la realidad de lo observado. Es de allí de donde parte la idea de la importancia del estudio del aparato cognitivo humano (y por supuesto de otros animales también) para poder comprender los procesos de la ciencia.

¿Por qué son tan necesarios los modelos, representaciones e imágenes para la ciencia? Desde este enfoque la respuesta es casi obvia, porque nuestro cerebro opera basándose en imágenes  conformando modelos y representaciones. Para aclarar esta idea veamos lo que afirma Antonio R. Damasio:

El hecho es, pues, que probablemente el principal contenido de nuestros pensamientos son imágenes, con independencia de la modalidad sensorial en la que son generadas y de si se refieren a una cosa o a un proceso que implica cosas; o acerca de palabras u otros símbolos,  en lenguaje determinado que corresponden a una cosa o proceso.[3] 

En el “Error de Descartes” Damasio cita los ejemplos de Mandelbrot y Feynman quienes afirman  que trabajan basándose en imágenes mentales. Complementando estos dos casos encontramos también el de Albert Einstein:


Las palabras del lenguaje, tal como se escriben o se hablan, no parecen desempeñar papel alguno en mi mecanismo de pensamiento. Las entidades psíquicas que parecen servir como elementos en el pensamiento son determinados signos e imágenes más o menos claras que pueden reproducirse y  combinarse <voluntariamente>[4]

Por otra parte, también juega un papel preponderante nuestra conexión causal. Al parecer es aquí donde radica la efectividad y ventajas que brindan las teorías atómicas a la explicación científica, porque existe la noción que nos dicta que muchas de las características de los grandes sistemas pueden ser causalmente explicados por los sistemas pequeños. Esto quiere decir que muchos de los macrofenómenos pueden ser explicados por los microfenómenos. Es por esta razón por la cual la teoría atómica resulta tan convincente y por supuesto tan conveniente para la ciencia. 

Considerando todo lo anterior nos veremos en la necesidad de reconocer una valiosa cualidad a los átomos: la de ser una muy útil ficción que cumple de forma hasta el momento satisfactoria. ¿Qué los átomos son una ficción? Se preguntaran muchos de ustedes, sobre todo si usted es un físico o químico que todos los días de labor le demuestran la existencia “real” de los átomos, si usted es de este pensar entonces usted está olvidando algo muy importante: “Los modelos, tal como aquí se entienden, se podrían llamar también <teorías>, o se podría decir que incorporan teorías puesto que son intentos por resolver problemas de explicación.”[5]




CONCLUSIÓN 


¿Qué es la materia? ¿Será un conjunto de átomos o de partículas que se dividan hasta el infinito? ¿Estará la materia conformada de partículas acompañas por ondas? ¿Será simplemente el producto de la energía? ¿Un enramado de cuerdas? Y ¿qué es la energía misma si no se le entiende como un conjunto de partículas? ¿De qué está hecha? Si decimos que la materia está compuesta de partículas indivisibles llamados átomos surgen otras preguntas como ¿no es el átomo también materia?, ¿no lo es también la energía y las ondas? Y si el átomo existiese ¿cuál es su estructura interna? Esto parece conllevar a que la materia está constituida de partículas divisibles hasta el infinito, pero ¿cómo determinamos que se divida hasta el infinito?, ¿no genera esto vértigo? Estas teorías nos aterra, lo más cómodo es guiarnos de acuerdo a los experimentos artificiales con máquinas aceleradores de partículas y las observaciones de los rayos cósmicos, para afirmar que la materia se divide en grandes cantidades finitas de partículas, y que estas mismas son manifestaciones de la energía llamados cuantos de energía, lográndose la transformación de la energía en materia y viceversa, y que estas mismas explicaciones son hipótesis, modelos, teorías que construye nuestro cerebro susceptibles de ser modificadas por la experiencia científica cuando lo requiera al igual que los conceptos metafísicos de átomo, materia y energía, como ha ocurrido con los conceptos de flogisto en la química y el de éter en la física. Desde esta perspectiva la ciencia no puede prescindir de conceptos ontológicos, y que la ciencia consciente o inconscientemente lo que hace es ampliar los problemas de la filosofía.

 

 


[1] Searle John, El redescubrimiento de la mente, Barcelona, Crítica, 1996, P. 105.

[2] Ibíd., P. 32.

[3] Damasio Antonio, El error de Descartes, Barcelona, Crítica, 2003, P. 108.

[4] Ibíd.

[5] Popper Karl, El mito del marco común, Barcelona, Paidós, 1996, P. 163.


BIBLIOGRAFÍA

 

Boltzman Ludwig, Escritos de mecánica y termodinámica, Madrid, Alianza, 1986.

 

Caro Tito Lucrecio. De la naturaleza de las cosas. Madrid, Espasa-Calpe, 1969.

 

Cassirer Ernst. El problema del conocimiento. Tomo IV. México, F.C.E, 1948.

 

Davies Paul, Dios y la nueva física, Barcelona, Salvat, 1986.

 

Damasio Antonio, El error de Descartes, Barcelona, Crítica, 2003.

 

Einstein Albert, Sobre teoría de la relatividad, Madrid, Sarpe, 1984.

 

Gagin François, ¿Una ética en tiempos de crisis? En: Ensayos sobre estoicismo, Universidad del Valle, Colciencias, 2003.

 

Hawking Stephen, Historia del tiempo, Barcelona, Critica, 1988.

 

Heisenberg Werner, Encuentros y conversaciones con Einstein y otros ensayos, Madrid, Alianza, 1979.

 

 ─ La imagen de la naturaleza en la física actual, Barcelona, Seix Barral, 1957.

 

Kuhn Thomas, La revolución copernicana, Barcelona, Folio, 2001.

 

Mach Ernst, Conocimiento y error, Buenos aires, Espasa, 1948.

    

 ─ The Science of Mechanics, IllinoisOpen Court Classics, 1989. 

 

 ─ Análisis de las Sensaciones, Madrid, Biblioteca Científico-filosófica, 1925.

 

Mosterín Jesús, Conceptos y teoría de la ciencia, Barcelona, Alianza, 1999.

 

Newton Isaac, Óptica, Madrid, Alfaguara, 1977.

 

Popper Karl, El mito del marco común, Barcelona, Paidós, 1996.

 

Reale Giovanni, Antiseri Darío, Historia del pensamiento filosófico y científico, Barcelona, Herder, 1995.

 

Searle John, El redescubrimiento de la mente, Barcelona, Crítica, 1996.

 

Russell Bertrand, Los problemas de la filosofía, Barcelona, Labor, 1973.

 

Rodríguez Emir. Jorge Luis Borges, Ficcionario, una antología de sus textos, México, Fondo de Cultura Económica, 1985.

 

Sábato Ernesto, Uno y el universo, Argentina, Seix Barral, 1996.

 

Wiechowski Siegfried, Historia del átomo, Barcelona, Labor.

 

Comentarios

Entradas más populares de este blog

MICROCUENTO

UN TRANCE LITERARIO

UNA EPIFANÍA LITERARIA HUILENSE